En Bordeaux, en la región de Pomerol, existe una bodega famosa por sus vinos. Chateau Petrus presenta con sus 28 acres una producción muy limitada – 3,000 cajas por año - pero de una calidad excelente. Siendo Merlot el 95% de su uva, 5% de Cabernet Franc, este pequeño productor se ha unido a los grandes nombres del banco izquierdo - incluyendo a las cinco famosos de la clasificación de 1885, entre ellos Chateau Lafite-Rothschild y Chateau Margaux. En la zona de Bordeaux, 1982 está considerado uno de los mejores años de la historia y sus precios lo reflejan. Todavía es posible conseguir botellas de dicho año en el entorno de los $4,000 la botella – aqui podeis conseguirlo si os interesa.
Mitch Frank escribe en el número de febrero de Wine Spectator que en el transcurso de un año normal los restaurantes de Las Vegas sirven más botellas de Chateau Petrus 1982 de las que el famoso bodeguero produjo nunca. El negocio de la falsificación ha alcanzado un nuevo mercado, el vino. Posiblemente lo más interesante sea la anécdota que Rajar Parr – Director de Vinos de Michael Mina – cuenta. En una determinada noche un cliente solicitó varias botellas de dicho año y bodega. Rechazó de hecho la segunda por no considerarla de calidad adecuada. El análisis posterior arrojó la sorpresa de que eran la primera y tercera las falsas, siendo la rechazada la única auténtica.
Disfrutar de un buen vino requiere de un paladar muy educado. Proceso que no consiste en beber todo lo que uno se encuentra por delante, sino en seleccionar con cuidado cada botella para después disfrutar del placer de analizar capa a capa cada uno de los matices con la vista, el olfato y el gusto. Sólo espero que la industria del vino sea capaz de poner las medidas adecuadas para que no estas prácticas ilegales pasen a la historia como un mal recuerdo.